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Tenerife 21 de Julio de 2016
“Las víctimas de catástrofes lo que más valoran es sentirse acompañadas, apoyadas y respetadas”
El experto en intervención psicológica en crisis y emergencias Enrique Parada imparte un curso en el COP de Santa Cruz de Tenerife, en el que ha abogado por un tratamiento “radicalmente distinto” de las imágenes de las víctimas en los medios y por una organización profesional de la atención psicológica en crisis.

“Una mala noticia bien dada, no cambia nada; una mala noticia mal dada, lo cambia todo”. Esta reflexión, procedente de la experiencia de personas que han vivido una catástrofe, resume y explica la importancia de la intervención psicológica en crisis y emergencias. Así  lo ha expuesto esta mañana el experto en la materia Enrique Parada, psicólogo con un largo currículum en formación, docencia e intervenciones en los más destacados acontecimientos con víctimas que han tenido lugar en España y Europa en los últimos años. Hablamos de atentados, accidentes de tren, como el del Alvia,  la tragedia aérea  German Wings o el accidente de Spanair, entre otras muchas.

Enrique Parada, psicólogo y consultor de crisis y emergencias, imparte hoy y mañana, sábado, un curso en el Colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife destinado a profesionales y estudiantes interesados en formarse en intervención en crisis y emergencias, algunos de ellos participantes en el reciente derrumbe de un edificio en Los Cristianos.

Al comienzo de  esta formación, Enrique Parada ha reconocido que “los estudios dicen que no hay evidencias potentes de que la intervención sea útil, pero también los investigadores nos dicen sigan haciéndola, porque no sabemos los mecanismos, pero a la gente que  la recibe le van bien”.

Precisó que los estudios señalan que entre el 25-30 por ciento de las personas que han sufrido accidentes de importancia, tendrán secuelas psicológicas, mientras que si son víctimas de delitos violentos este porcentaje aumenta (Echeburúa 2004). Además, el estrés postraumático afecta más a las víctimas de agresiones sexuales y violencia de género, en contraste con las víctimas de catástrofes, desastres o terrorismo, en que mayoritariamente no llegan a sufrir esta secuela.

Características de las situaciones de crisis son que suelen ser súbitas, y las personas no están preparadas para la situación, y nos pueden pasar a todos, pero explicó que la razón principal para que requieran intervención es que en estas situaciones las personas pueden causarse daño o hacerlo a otras personas. Es decir, “implican un riesgo potencial de generar situaciones peligrosas, autodestructivas o contra otros”.

Indicó que los expertos internacionales han concluido que la intervención en crisis se debe realizar dentro de las primeras cuatro semanas de ocurrido el suceso. “Pasado este tiempo se puede escorar a situaciones adaptativas o desadaptativas”, agregó.

A nivel familiar, se produce una desestructuración y también en el trabajo, ha señalado el experto que, como ejemplo, ha citado que tras el accidente del avión de Spanair las bajas laborales se incrementaron más del 20 % entre los trabajadores. Además, el impacto se produce también en el ámbito comunitario, como se ha visto en los atentados del 11-M, en riadas, etcétera.

“La situación es absolutamente distinta a otras de estrés”, y las víctimas nos dicen que lo que más les ayuda no es la desactivación emocional, sino sentirse acompañadas, apoyadas, entendidas, respetadas, cuidadas en su dignidad”.

Por otra parte, el impacto psicológico se va expandiendo de forma que se ven afectados los familiares, los testigos (que escucharon, vieron, olieron…) hasta los propios psicólogos y el resto de personal interviniente.

Enrique Parada, que precisó las necesidades de las víctimas (supervivencia, cobertura de necesidades básicas, reagrupación familiar y apoyo, percepción de seguridad), resaltó de todas ellas la demanda de información, en tanto que “la ambigüedad y la incertidumbre es gasolina para el estrés agudo”. “Mi experiencia me dice que la gente no quiere que le limites el impacto emocional, no que le digas tranquila, sino darle información”, concluyó.

Preguntado sobre el impacto de las imágenes de víctimas en informativos, prensa o internet, consideró que es “negativo, agresivo, para el enfrentamiento de la vivencia, tanto para las personas que sobreviven a la situación como por sus allegados y familiares. “Además esas imágenes quedan permanentemente en internet, y pueden acceder a ellas, les lleva a un fenómeno como de congelación, de reexperimentación de la vivencia, sin control, de manera gratuita, luego no ayuda al afrontamiento del daño que produjo la situación que vivieron”.

También expresó que “vulneran su dignidad, cuando aparecen en un estado que puede ser para ellas vergonzoso”.  Por lo que recomendó  que este tipo de imágenes deberían ser tratadas radicalmente de una manera distinta. “El ejemplo lo tenemos en Estados Unidos, recientemente ha habido una masacra en Florida y no se ha visto ninguna imagen escabrosa o cruenta”.

Sobre la diferencia entre una intervención psicológica en crisis de la intervención para la que se han formado los psicólogos, el experto ha aclarado que “trabajas con personas con reacciones normales que están viviendo una situación extraordinaria, no con patologías, por eso el carácter de las intervenciones es distinto. Y dado que el objetivo es distinto, también requiere de procedimientos colocados en un orden específico y con técnicas concretas, que pueden coincidir, o no, con la psicoterapia, pero desde un marco estratégico diferencial, desde una comprensión y capacitación concreta. Lo que queremos es que afronte el estado de crisis de una manera sana. Pero sana no quiere decir indolora, sin malestar, sana es natural. Para eso, les damos recursos”.

Preguntado por la atención en crisis a los refugiados que proceden de países en guerra y por posibles planes para atenderlos por psicólogos a su llegada a España, admitió que requieren una intervención en crisis, independientemente de que haya que hacer otra serie de trabajos con estados traumáticos o con otras dificultades (familiares, sociales). “Muchas veces el trauma que ha provocado el éxodo se ve alimentado por el trauma del desembarco en un entorno extraño, estresante, lo cual merece acciones para que las personas puedan ser acogidas y ayudadas en ese estrés agudo que puedan experimentar por todo lo que han vivido, y de ahí ir viendo qué personas necesitan una atención adicional porque ya estén experimentando trastornos psicológicos, y qué personas están afrontando la situación de manera funcional y sana”. 

Agregó que esta es una idea que habría que tener en cuenta en la medida que se vaya confirmando que el proceso de acogida en España se va a producir. Y explicó, a modo ilustrativo, su experiencia con refugiados albano kosovares que fueron llegando a diferentes puntos de la geografía española. “Tuvimos una primera fase de intervención en crisis, un mes. Venían de campos de refugiados y realmente conseguimos que personas que venían muy mal, física y emocionalmente, fueran capaces de afrontar íntegramente el proceso de integración y acogida, y que los estados que requirieron psicoterapia fueran los menos, por debajo del 10 por ciento.

Sobre su presencia en tantos eventos con víctimas, señaló que “antes éramos pocos los que teníamos experiencia en atención psicológica en catástrofes, íbamos de acá para allá cada vez que ocurría algo, y también por decisión propia”. Pero actualmente, “me estoy encontrando que cada vez se cumple más el principio de cercanía. Es decir, los colegas de cada sitio son los que van interviniendo. Por ejemplo, en el accidente del Alvia o de German Wings he sido testigo de que alumnos y alumnas mías cogían el testigo del apoyo psicológico, lo que para mí es una buena noticia.

No obstante, y al señalarle que el 112 en Canarias no cuenta con un equipo de psicólogos especializado al que activar ante este tipo de situaciones, valoró que “la realidad social nos dice que cuando pasan circunstancias con múltiples afectados, éstos demandan nuestra presencia, por lo cual lo lógico sería que esta atención fuera algo organizado y no una petición de fortuna con una respuesta generosa. Lo que sí ha ce falta es que esa organización sea digna para todos, en un marco profesional digno, porque los psicólogos no somos una ONG, somos profesionales que nos hemos especializado en esto.