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Arona 22 de Junio de 2016
Una carta para reflexionar
Carta dirigida a todas las personas en general, y en particular a aquellas “personas” que por cualquier motivo se hayan sentido o se sientan discriminadas por tener una discapacidad y/o por cualquier otra condición.
 
Estimados/as:

Quisiera hacerles partícipe de una situación de discriminación de la que estoy siendo objeto por mi condición de persona con discapacidad.

Desde principios de este año 2016, llevo buscando sin éxito trabajo, en el que, me han salido varias ofertas de empleo y todo se torna cuando acudo a las entrevistas, en las que, soy rechazada por ser calva; es decir, no tener pelo en el cuero cabelludo. Esta es la causa por la que, no me han dado un puesto de trabajo, y no por reunir el perfil o la formación adecuada para desempeñar ese puesto, sino todo lo contrario, por ser “calva”, así es como me lo han dicho y siguen diciendo a cada entrevista a la que acudo. Pero, claro, esto también pasa por que soy mujer (discriminación), ya que, si eres hombre y no tienes pelo, eso no importa, aunque no tengas el perfil que estén buscando.

El ser calva no es algo que yo elegí, ni me impusieron los demás, más bien todo lo contrario, ello se debe a que padezco un tipo de alopecia severa a causa del tratamiento de quimioterapia al que fui sometida hace aproximadamente un año por un cáncer de mama. Desde que me diagnosticaron el cáncer en el año 2012 hasta que finalicé mi proceso en el año 2015, todo ha sido una verdadera lucha, con altibajos, pero con un afán de agarrarme a la vida y seguir luchando, día a día  ante cualquier adversidad.

Pero evidentemente, hay momentos en los que uno se siente abatida y cansada, no por no haber luchado por lo que uno desea, sino más bien, ante la insensibilidad, inhumanidad y falta de empatía de algunas personas, sobre todo, de muchos/as empresarios/as que ostentan el cargo de seleccionar al personal para trabajar en sus empresas.

A pesar de estar en el siglo XXI, y con todas las leyes que nos avala y  con las que contamos, como nuestra Constitución Española, la  ley de igualdad, declaración de derechos humanos, ley general de discapacidad, etcétera, que se supone nos protege y nos iguala sin distinción ninguna y en igualdad de condiciones a “todas las personas”, aún hoy día sigue habiendo discriminación y exclusión y dichas leyes en muchos casos no son aplicadas. Sobre todo, en las empresas las cuáles juegan al doble discurso, es decir, por un lado, se llenan la boca expresando que están apostando y trabajando por la inclusión de todos los colectivos sociales, y por otro lado, te rechazan por que no les gusta tu físico.

No quisiera con estas palabras escritas anteriormente ofender ni mucho menos herir a nadie, pues sólo quería expresar cómo me he sentido y siento en estos meses durante mi proceso de búsqueda fallida de empleo y sobre todo, de dar visibilidad a una realidad que estoy segura no me ocurre a mí sola, sino a muchas otras personas. Asimismo, me gustaría y desearía, que no me prejuzguen antes de tiempo,  sino más bien que me den esa oportunidad de demostrar que se puede desempeñar un trabajo sin falta de reunir esas cualidades físicas.

Sin más, y esperando haber sido diplomáticamente correcta, agradezco de todo corazón que se hayan tomado unos minutos para leer esta carta. A pesar de todo lo ocurrido, sigo manteniendo la fe. Gracias, gracias y gracias a todos y a todas.

Hermi.
Fotos Gerard Zenou