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Guía de Isora 7 de Noviembre de 2015
La veracidad de Tchindas
proviene de la concentración
de sus protagonistas
en los preparativos
del carnaval
Pablo García y Marc Serena muestran un paraíso
insospechado donde la heterodoxia sexual se vive
sin conflicto.

El carnaval es el gran acontecimiento del año
en la isla caboverdiana de Sâo Vicente. Sus habitantes viven en función de las fiestas que estallan en febrero y que hacen de la isla “un pequeño Brasil”, como lo expresó una de sus hijas más reconocidas, la cantante Cesária Évora. La reina de la morna recomendó conocer, disfrutar y vivir esas fiestas al periodista y escritor catalán Marc Serena el jueves 15 de diciembre de 2011, en el transcurso de una entrevista que le concediera la cantante 36 horas antes de morir en lo que se convirtió en una velada memorable, según ha relatado el periodista.
Serena había llegado hasta Évora a través de Tchinda Andrade, a quien conoció a raíz del trabajo que daría lugar a su libro ¡Esto no es africano! (2014), una de las investigaciones más completas que existen hasta ahora acerca de la comunidad LGBT en África. Tchinda es una de las mujeres más queridas de su isla, especialmente desde 1998, cuando salió del armario como transexual en un semanario local. Su nombre se ha convertido en una forma coloquial y cariñosa de nombrar a todas las personas no heterosexuales en Cabo Verde.

La música y las tchindas del carnaval de Sâo Vicente se convierten en las guías de un fascinante viaje a un rincón desconocido de África en el que la condición de la heterodoxia sexual se vive sin conflicto; el viaje es el que Marc Serena y Pablo García Pérez proponen al público en su película Tchindas (94’ / 2015/ España), que participa en el concurso nacional de la décima edición de MiradasDoc.

Yolanda Olmos, productora ejecutiva de la película, y Marc Serena, codirector, compartirán el documental con el público de MiradasDoc este viernes, 6 de noviembre, en la sala 1 en la sesión de las 20.00 horas. En salas, la película se estrena el próximo 20 de noviembre, coincidiendo con el cuarenta aniversario de la muerte de Franco y con el estreno de Ocho apellidos catalanes. La coincidencia no deja de ser una paradoja y resulta significativa para el codirector de la película, Pablo García, quien destaca que el documental está inscrito en los Goya y los Gaudí y se estrena solo en dos salas, una en Madrid y Barcelona.

“Eso es lo que tiene trabajar con bajo presupuesto y mucho cariño”, asegura el codirector de Tchindas, que recuerda con alegría la sensación de no haber sido tenidos en cuenta por los protagonistas de su película mientras se desarrollaba el rodaje: “el comienzo del año lo marca el carnaval en Sâo Vicente y nosotros no éramos ninguna preocupación para la gente que estaba preparándose para participar en él. No nos prestaron mucha atención y por eso la naturalidad es absoluta. Ese hecho de no ser protagonistas a mí me encantó”, relata. 

“Marc es un encantador de serpientes, enamora a la gente y yo con Marc voy al fin del mundo”, dice Pablo García, no se sabe bien si explicando cómo se embarcó con el periodista catalán en este proyecto o si pensando en la posibilidad de alguno futuro… o en ambas cosas. Serena había investigado el estado de la cuestión LGTB en África, con todo lo que tiene de dolor y persecución, y el encuentro de la vivencia de las tchindas en Sâo Vicente lo impulsó a promover este documental, en el que “el tema se trata sin el conflicto”.

Sin conflicto porque es así como lo viven los habitantes de la isla, donde los protagonistas del documental, Tchinda Andrade, Edinha Pitanga y Elvis Tolentino, son “un referente para la comunidad”, donde las madres les dejan a sus hijos para preparar el carnaval e incluso “le piden consejo para la lactancia".

El rodaje se hizo con dos personas solamente: los propios directores, que a su vez son productores –Pablo, a través de su compañía Doble Banda, y Marc, con sus ahorros–. Sin embargo, esa situación no se siente en la película como una limitación, entre otras cosas, gracias a la maestría profesional de Pablo García, que tiene en su haber muchos documentales: “Tengo detrás mucho trabajo, en los que hago prácticamente de todo y he acumulado experiencia; es algo que se nota en Tchindas, donde se aprecia un trabajo estético muy de fondo y un trabajo de montaje muy largo”, apunta el codirector.

Precisamente el montaje “descubrimos muchas cosas”, dice, porque tanto García como Serena  “animamos a Tchinda, Elvis y Edinha a hablar en su idioma habitual, el criollo y muchas de las cosas que dicen las descubrimos en la traducción, porque no las entendíamos”. La intuición les decía a los directores que tenían entre manos buen material, pero fue en el montaje cuando descubrieron que “había cosas excepcionales”.

Esta riqueza del material, el enfoque alejado del conflicto, la riqueza del carnaval y la naturalidad con la que los protagonistas preparan su carnaval ajeno al rodaje es “lo que ha hecho que la película tenga esa fuerza, esa veracidad…  estaban mucho más preocupadas por hacer el carnaval, porque es su vida”.