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Guía de Isora 5 de Noviembre de 2015
Cineastas canarios reclaman políticas definidas para el sector audiovisual
El documental realizado por productoras y directores de las Islas alcanza una madurez que no se corresponde con la estructura económica del sector, mientras las carencias no consiguen ahogar la creación.

El documental canario goza de buena salud creativa, pero la precariedad en que se desarrolla puede haber llevado al límite de la paciencia a una generación de creadores maduros. Es lo que se desprende de las declaraciones de algunos de los protagonistas de la presencia del cine de realidad canario presente en la décima edición de MiradasDoc, el Festival y Mercado Internacional de Cine Documental de Guía de Isora. Directores y productores –que participan este año en la sección oficial del festival, dentro del concurso al mejor documental o en el Mercado, ya sea en los espacios de venta de documentales como en el de lanzamiento de proyectos (pitching), o en el Laboratorio de Desarrollo Documental del LEAC, CreaDoc–coinciden en apuntar el desequilibrio entre la capacidad creativa de una generación formada de documentalistas, técnicos y productores frente a la debilidad de un sector económico que responde a una “falta de voluntad política”, según algunas voces.
Miguel G. Morales, director de la película Las manos, cree que en la actualidad el audiovisual canario hay que verlo como un escenario que se mueve “en el espacio de la autoproducción, hay mucha ilusión, muchas horas de trabajo para apuestas personales”. Sin embargo, no cree que se pueda hablar de una industria del cine en las Islas. Con él coincide Eduardo Cubillo, que defiende en el pitching de MiradasDoc su proyecto Isleños, una raíz en América: “Como no queremos parar de hacer cine, reducimos presupuestos, trabajamos con gente que sepa hacer de todo… poco a poco sacamos las cosas adelante”.

La realidad es que la cosa está “complicada y cuesta arriba”, asegura Cubillo. Se coincide en el freno que ha supuesto la desaparición de las ayudas que el Gobierno de Canarias concedía a través del programa Canarias Cultura en Red; su desaparición “es sangrante, especialmente en zonas periféricas como la nuestra, donde todo cuesta el doble”, apunta Rita Vera, productora de la película Estación Andamana, de Sergio Morales.

“Llevamos cinco años sin ayudas y todavía no hemos logrado saber cuáles son las pautas de la Televisión Canaria para apostar por el cine”, apunta el director Octavio Guerra, quien señala que la situación es sangrante cuando “en otras autonomías vemos que esas cinematografías van creciendo, incluso se vienen a Canarias a rodar y tienen la oportunidad de tener otra ayuda de desgravación aquí, mientras que los proyectos que se han podido levantar en los últimos cinco años en las Islas tienen que ver con las ayudas anteriores o con una apuesta de los realizadores por no quedarnos con los brazos cruzados”.

A juicio de Miguel G. Morales, “una producción normal hecha en Canarias” tendría que contar nuevamente con ayudas oficiales, a modo de aportaciones para un espectro más amplio de producciones, como vino ocurriendo hasta hace unos años en Galicia “con muy buenos resultados”. Asimismo, el realizador cree necesario “hacer visible el cine hecho aquí como un bien cultural más, fomentando y mejorando las redes de distribución”; la necesidad de considerar la producción audiovisual como un parte de la creación cultural es esencial también para Cubillo y Guerra.

“Levantar un proyecto desde Canarias nos resulta muy complicado porque desde el ICAA, Ibermedia y otras autonomías, las televisiones nacionales… nos piden una primera inversión y ahora mismo ninguna de las producciones canarias lo tiene, quizá algún proyecto excepcional”, explica Octavio Guerra. Su visión coincide con la de Eduardo Cubillo: “La problemática del documental consiste en que es bastante complicado alcanzar acuerdos de preventa, y para llegar a que alguien te quiera comprar algo ya tienes que tener dinero para mostrarlo. Es un pez que se muerde la cola”.

Aun así, la productora Rita Vera cree que el documental canario “goza de buena salud, y no sé si es debido a que la falta de presupuesto hace que la gente vaya hacia este tipo de cine”. Un papel importante en el crecimiento en las Islas de este género lo ha jugado, en su opinión, el festival MiradasDoc: “Tiene identidad propia y es necesario e importante para las producciones canarias”. Junto MiradasDoc, Morales y el cubano Haliam Pérez apuntan también al Festival Internacional de Cine de Las Palmas de Gran Canaria; ambos festivales sirven de punto de encuentro para una generación de creadores que se encuentran anualmente en estas dos citas y en estos momentos “algunos cineastas estamos hablando, muchos de nosotros hemos llegado a un límite de cansancio en el que está en peligro esta generación, porque el propio cansancio de ver la dificultad lleva a un momento en que nos planteamos que tenemos que unirnos con la idea de construir y que haya una voz de cineastas canarios”, dice Guerra.

La producción es buena y madura “porque la mayoría de nosotros hemos entrado en una edad en que hemos trabajado profesionalmente en el sector, pasamos la época de formación y estamos en proceso de hacer largometrajes y necesitamos apoyos”, asegura el director de Sacristán. La calidad del documental canario se hace visible en la existencia de “autores con peso que hay que tener en cuenta”, señala Pérez, y también “hay producciones seleccionadas en los mejores festivales internacionales, con buenos premios y buena acogida internacional”, detalla el director cubano afincado en Gran Canaria. Además, el director de Marina subraya la importancia de que haya “perfiles muy dispares de trabajo y eso es perfectamente maravilloso”.

Por este motivo, “ha llegado el momento de crecer y de que se valore el trabajo que hemos hecho hasta ahora”, dice Octavio Guerra, para quien la situación actual del sector es similar a la de un “desierto”, lo que lleva a “empezar a ser bastante crítico” y a que los cineastas reclamen la vuelta de las ayudas, pero también “que la bonanza de los rodajes internacionales se comparta con el cine local, que se apueste por un sector, una generación y una actividad que entendemos como cultural, algo que hasta ahora no se está haciendo”.

Concurso canario
El documental canario ha dado en este último año varias producciones, de las cuales seis han sido seleccionadas para participar en la sección oficial a concurso, aspirantes a ser considerados por MiradasDoc el mejor documental canario del año. Este miércoles se proyectan en la sala 1, a partir de las 16.00 horas, cinco de los seis documentales que participan en el concurso. El sexto de ellos, Las manos (60’ / 2015 / España), de Miguel G. Morales, se proyecta el próximo jueves, a las 18.00 horas, en la sala 1. Todas las proyecciones cuentan con la presencia de sus directores, que charlarán con el público tras la exhibición.

En Autobiografía (10’ / 2014 / España), Mercedes Afonso presenta una reflexión sobre la esencia de la vida, el nacimiento, la memoria, el despertar y el llanto.. Estación Andamana, de Sergio Morales (80’ / 2015 / España) narra cómo cambió la vida en Las Palmas a partir de los años cincuenta, cuando el puerto comenzó a recibir a marineros de distintos paíese. Miguel G. Morales cuenta en Las manos (60’ / 2015 / España) cómo las ideas de César Manrique pasaron a las manos de los trabajadores que junto al creador lograron hacer realidad el sueño de la isla de Lanzarote. Los sueños al viento, de David Delgado San Ginés (80’ / España) muestra el planeta Pillipo, un extraño jardín en el que un hombre sabio e iletrado ha construido para ofrecerlo al mundo un mundo realizado las inquietantes imágenes. El cubano Haliam Pérez regresa a Cuba, donde viven sus padres. Durante su ausencia, muchos han emigrado. Su abuela ha cumplido 85 años un mes antes que Fidel Castro, su admirado líder. Marina, la abuela, da título a su película Marina (70’ / 2015 / España). Sacristán, de Octavio Guerra y Violeta Blasco (10’ / 2014 / España) retrata a Pepe, sacristán de la catedral de Murcia y a Pepita, una feligresa que lleva colaborando con la catedral los últimos 40 años. Todos los días ambos cumplen con la rutina de organizar las misas, pero a veces las cosas se complican.