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Guía de Isora 4 de Noviembre de 2015
‘Boxeando por la libertad’: la lucha
por la dignidad de las mujeres afganas
Alumnas que participan en EnseñanDoc expresan a los directores, Juan Antonio Moreno y Silvia Venegas, su admiración por hacer un trabajo “tan difícil y tan necesario”.
La creencia de que la mayoría de los jóvenes son indiferentes ante realidades que no les atañen directamente o que suceden a miles de kilómetros de su zona de confort se rompió este martes en el Auditorio de Guía de Isora. Tras la proyección de Boxeando por la libertad, de los directores Juan Antonio Moreno y Silvia Venegas, el pase que abría EnseñanDoc y que había traído a la sala 1 del Auditorio a 370 estudiantes del IES Manuel Martín González, tres muchachas se acercaron a los directores y, con voz entrecortada, los felicitaron por un trabajo “tan difícil y tan necesario”. Lo hicieron tímidamente, como pidiendo disculpas, y emocionaron a los responsables de la película y a los que las escuchamos repetir varias veces: “Gracias por hacer este documental y gracias por dar a conocer la lucha de las mujeres en Afganistán”.

El propósito de EnseñanDoc, un programa que cuenta con el apoyo del Cabildo de Tenerife, y que este año llenará las salas de la décima edición de MiradasDoc con 1.430 estudiantes de Enseñanza Secundaria Obligatoria y Bachillerato, es precisamente el de remover conciencias entre los jóvenes, además de crear desde las generaciones más jóvenes un público crítico para el documental. En las nueve edición anteriores más de 15.000 alumnos se han sentado a ver realidades distintas, a afrontar conflictos, luchas, risas y esencias vitales de personas del todo el mundo. Todo un aprendizaje.

Este martes, la historia no podía ser más revolucionaria y cotidiana: la lucha por la dignidad. En esta ocasión, la de las mujeres afganas. Boxeando por la libertad está protagonizada por Sadaf Rahimi, la mejor boxeadora de Afganistán, que, junto su hermana Shabnam, gracias a su persistencia y al apoyo familiar, ha logrado practicar este deporte en un país en el que las mujeres están consideradas como seres inferiores y destinadas a casarse, asumir las tareas del hogar y servir a los hombres.

La directora recordó a los estudiantes la historia de Afganistán, donde una de las razones esgrimidas para la intervención occidental fue la defensa de los derechos de las mujeres, que desde la entrada del régimen de los Talibanes había empeorado hasta ser consideradas como una propiedad de los hombres que “podían hacer con ellas lo que quisieran”.

De hecho, la familia de Sadaf huyó de su país y se refugió en Irán durante años y retornó a su país cuando se produjo la intervención militar de Occidente, que incluía participación de tropas españolas. A partir de ahí, las mujeres han podido ir a la escuela, no sin que ellas y sus familias tengan que afrontar amenazas.

Sadaf rompe, como están haciendo muchas otras mujeres, con ese rol predeterminado y ancestral que le otorgan los varones, y, además de ir a la escuela, desde que tenía 13 años decide practicar el boxeo, lo que le ha permitido viajar a China, Vietnam, Londres… Ella y su hermana incluso lograron medallas en algunos campeonatos, y se han convertido en personajes públicos y en un modelo a seguir para otras chicas que ven posible decidir sobre su futuro.

Sin embargo, las cortapisas que sufren son muchas. Desde el Comité Olímpico afgano y la Federación de Boxeo todo son problemas, hasta acabar prohibiéndoles practicar este deporte durante seis meses con la excusa de que planeaban abandonar ilegalmente el país; mientras suspendían a su entrenador y colocaban a un sustituto que no valora el trabajo de las hermanas Rahimi.
El documental, que necesitó cuatro años para “estar completo”, abre la puerta al futuro de  Sadaf, que no ha renunciado a volver a boxear y que está estudiando Administración de Empresas en la Universidad, todo un logro en una país en el que las mujeres no deben mirar nunca de frente a un hombre y en el que siempre deben estar en un segundo plano, caminando varios pasos por detrás.

La grabación fue complicada, “siempre actuamos de forma discreta”, explicó Juan Antonio Moreno, quien detalló que muchas de las imágenes exteriores se hicieron desde un coche y otras tomando muchas precauciones. De hecho, el equipo de rodaje tuvo que suspender uno de sus viajes ante el aviso de un posible atentado, una cuestión cotidiana en Afganistán.

Por su parte, Silvia Venegas añadió que la idea de darle una cámara a la protagonista para que grabara en su casa les permitió “tener imágenes cotidianas de la familia que hubiera sido imposible conseguir con nosotros y nuestras cámaras presentes”, y señaló especialmente las que tomó la propia madre de Sadaf, que nunca deja ver su rostro a lo largo del documental.

Ambos destacaron que la historia de estas hermanas solo es posible gracias al padre, que jamás quiso intervenir en la película y que cada vez que ellos visitaban la casa se ausentaba cortésmente dejando como anfitrión a su hijo, el menor de la familia.

Como señalaron Moreno y Venegas, esta película está pensada para los jóvenes y cuenta la historia de Sadaf entre los 17 y 22 años. “Se pensó como un canto en defensa de la igualdad de las mujeres y nos ha parecido magnífico que MiradasDoc la eligiera para su programa EnseñanDoc”.