Publicidad
Para ver esta noticia en facebook dele clik al icono
Queda terminantemente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos ofrecidos a través de esta página web, salvo autorización expresa de eldigitalsur.com. Asimismo, queda prohibida toda  reproducción a los efectos del artículo 32,1 párrafo segundo, Ley 23/2006 de la Propiedad Intelectual.
eldigitalsur.com no se hace responsables por la opinión emitida por los colaboradores.

Guía de Isora 3 de Noviembre de 2015
Manu Bonmariage narra con ‘Muerte en vida’
la angustia de los últimos días de existencia de dos enfermos de cáncer
La película aborda el tema de la eutanasia y compite en el concurso internacional de Largometrajes del Festival Internacional y Mercado de Cine Documental de Guía de Isora.
El cineasta belga Manu Bonmariage presenta en MiradasDoc, el Festival Internacional y Mercado de Cine Documental de Guía de Isora, la película Muerte en vida, en la que narra, mediante una composición de “cine directo”, los últimos días en las vidas de dos hombres franceses enfermos de cáncer. Mientras uno de ellos elige la eutanasia a pesar de que confiesa ante la cámara su deseo de vivir, el otro, incapaz de superar las barreras sociales y religiosas de su entorno, llega a la muerte de manera natural pero con gran sufrimiento.

La cinta, de 75 minutos de duración, compite en el concurso internacional de Largometrajes del certamen isorano, se proyectaró ayer lunes y volverá a proyectarse el viernes, día 6, a las 16:00 horas en la sala 2 del mismo recinto.

Muerte en vida se ajusta perfectamente al esquema de Strip Tease, un programa de documentales que comenzó su andadura en los años ochenta del siglo pasado en la televisión belga y del que Bonmariage se considera padre espiritual. Este espacio consistía en piezas de cine documental realizadas específicamente para el programa, con el que Bonmariage y sus colaboradores pretendían, según confesó el director en MiradasDoc, “desnudar a una sociedad que no siempre se presentaba al natural; queríamos quitarle la máscara, pero no para burlarnos de nadie, sino para sacar su riqueza”.

Después de años de éxito en Bélgica y tras su paso a la televisión francesa, Strip Tease ya no se emite, pero la película Muerte en vida sigue fielmente su filosofía al retratar sin melodrama pero de manera dura y sincera la forma en que dos hombres se enfrentan a sus últimos días de vida tras perder la batalla contra el cáncer. Mientras uno de ellos, Manu, decide recibir la eutanasia, el otro, Phillipe, vive esas últimas semanas dando las gracias por la vida, pidiendo perdón a quien corresponda y con la idea de una muerte sin dolor rondándole de manera constante. Sin embargo, las convenciones sociales y religiosas de su entorno le impiden tomar la decisión final.

“Tengo cáncer, haz una película sobre mí”
El proyecto comenzó de manera casual, relata Bonmariage. “Estaba proyectando por diferentes salas de Bélgica la película El amor a la Tierra y en los debates con el público que había al final se me acercó en una de esas salas Phillipe y me dijo que le había gustado la película, que tenía cáncer y que quería que yo rodara una sobre él”. El belga, un veterano del cine documental que comenzó su carrera como camarógrafo –“de los de cámara en mano, con una cámara Atom”, recuerda–, se enfrentó a la idea sin saber que acabaría llevando a la pantalla todo el proceso que conduce a ambos hombres hasta su encuentro con la muerte.

El director, un torrente de emoción, humor y vitalidad a sus 74 años, confesó a su llegada al festival isorano que el rodaje de la película fue “una emoción continua” por la dureza de las situaciones que viven los dos hombres y sus familias. Por ello, abordó la grabación en solitario, arrastrando cámaras, cables y micrófonos, para no involucrar emocionalmente a más personas en un trabajo en el que se llega a registrar para el espectador la aplicación de la eutanasia a Manu, el paciente que sí optó por poner fin a su vida cuando su cuerpo de corredor de maratones había perdido la última batalla contra la enfermedad.

“El estado de los enfermos me afectó en todo el proceso, pero trataba de no intervenir más que en cuanto a manifestarles mi solidaridad –dijo el realizador belga–. Es una emoción continua, pero tenía que ser capaz de mantenerme en una situación de rodaje sin hacer demasiadas preguntas y dejando que todo sucediera de la manera más normal posible; por eso no quise tener un equipo a mi alrededor”.