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Canarias 20 de Marzo de 2015
“La felicidad mejora todos los aspectos
de nuestra vida y hay que fomentarla
desde
la infancia”
El psicólogo José Rivero, coordinador de la Vocalía de Psicología Positiva del COP, recuerda los fundamentos de la declaración del 20 de Marzo como Día Mundial de la Felicidad por Naciones Unidas.

Los estudios realizados sobre el bienestar se centran principalmente en definirlo como un constructo, es decir como una serie de variables que van desde el plano subjetivo al objetivo. Entre ellos, se han estudiado aspectos esenciales como la satisfacción con la vida, el bienestar percibido o la calidad de vida. Pero cada vez más se centra la atención en aspectos de convivencia en positivo o en el bienestar social (Keyes, 1998), incorporando elementos de carácter social y cultural que promueven la salud mental y que aportan valor a la persona, ya que a través de la gestión optima de la convivencia potenciamos elementos fundamentales para el crecimiento personal.
Tanto es así que el 19 de julio de 2011 Naciones Unidas publicó la resolución 65/309, con el nombre: “La Felicidad hacia un enfoque Holístico para el desarrollo” aprobada por unanimidad. Y un año después la resolución 66/281 del 12 de Julio de 2012 sobre el Día Internacional de la Felicidad.

Reconociendo la pertinencia de la felicidad y del bienestar como objetivos y aspiraciones universales en la vida de los seres humanos de todo el mundo y la importancia de que se reconozcan en los objetivos de las políticas públicas.

Reconociendo también la necesidad de que se aplique al crecimiento económico un enfoque más inclusivo, equitativo y equilibrado, que promueva el desarrollo sostenible, la erradicación de la pobreza, la felicidad y el bienestar de todos los pueblos.

Cuando hablamos de felicidad y de bienestar no hacemos únicamente referencia a aspectos filosóficos inalcanzables ni a la ausencia de depresión, sino que se definen los teóricos de la felicidad, entre ellos los que aporta el “padre” de la Psicología Positiva, Martín Seligman, quien explica: “va más allá de la única medición de las emociones positivas, centrándonos en otras variables como el autoconocimiento, el optimismo y la autoestima; así como en poseer una red social que potencie a la persona como parte de un ambiente, fomentando la  autonomía que le ayude a lograr ese sentido de vida, desde la creación de posibilidades personales y sociales”.

Es más, planteamos que implica un cambio, un proceso centrado en el crecimiento personal, que hay que potenciar desde la infancia en nuestros centros educativos, en los programas de padres y madres en positivo (parentalidad positiva) e incluso en el diseño de las políticas económicas y sociales de las comunidades, ya que implica hacer hincapié en modelos de éxitos puramente económicos o modelos sostenibles de bienestar.

Podemos decir que hablamos de competencias, que son los conocimientos, habilidades, y destrezas que desarrolla una persona para comprender, transformar y practicar en el mundo en el que se desenvuelve.  Y vivir y potenciar la felicidad implica potenciar actitudes y formas de pensamientos, destrezas vitales que en ocasiones están arraigadas en nuestra cultura (nuestros memes, es decir esa información poderosa que pasamos de padres a hijos como si fuera información genética).

Efectos de la felicidad
Diversos estudios resaltan que ser más felices no solo nos hace sentir bien, sino que resulta que la felicidad viene acompañada de múltiples beneficios adicionales: Las personas más felices son más sociables, tienen una mayor energía, son más generosas, se muestran siempre dispuestas a cooperar y, por si fuera poco, caen mejor a los demás.

Por lo tanto, podríamos afirmar que las personas felices tienen más probabilidad de casarse y conservar su matrimonio; de tener una red social más rica en amigos, con lo que mejorarían su red de apoyo social. De la misma forma, son personas que manifiestan una mayor flexibilidad, siendo más ingeniosas a la hora de pensar, y a la vez mejoran su productividad en el trabajo. Su papel como líderes es destacable y afrontan las negociaciones con grandes probabilidades de éxito. Algunos estudios han demostrado que las personas que han sido más felices en su época de estudiantes tienen mejor sueldo dieciséis años después que aquellas que eran más infelices.

Yendo más allá en esta justificación de la importancia de mejorar nuestro nivel de felicidad y de bienestar psicológico, algunos países se han propuesto incrementar el bienestar de sus ciudadanos. Suiza, por ejemplo, e  incluso el Rey de Bután, un pequeño país budista del Himalaya, entre India y China, ha planteado que la mejor manera de promover el desarrollo económico del país es mejorando los índices de felicidad de sus habitantes, valor que se evaluará a partir de la medida de la Felicidad Interior Bruta, en vez de la medida puramente económica del PIB. Después de unos años de puesta en práctica de estas medidas se han generado beneficios para toda la población.

Como vemos, la felicidad es muy importante para las personas, ya que no sólo nos da alegría, satisfacción, amor y respeto, sino que mejora otros aspectos de nuestra vida, como nuestro nivel de energía, nuestra salud física y mental, pero además potencia nuestra confianza en nosotros mismos, con lo que mejorará nuestra autoestima. Todo ello, nos hará sentirnos mejor como personas, es decir, nos hará mejores personas, lo cual beneficiará a nuestra familia, nuestros amigos y hasta nuestra sociedad.

Con razón, el colegio Oficial de Psicología de Santa Cruz de Tenerife celebra el Día Mundial de la Felicidad, y este año lo hace junto al Ayuntamiento de La Laguna, el próximo sábado, 21 de marzo, con el evento “La Laguna en Positivo”.