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Canarias 14 de Febrero de 2015
Uno de cada cien niños canarios nace con cardiopatías congénitas
Varones, prematuros y neonatos con bajo peso conforman el perfil de los afectados.

Uno de cada cien niños nace en Canarias con algún tipo de cardiopatía congénita y afecta principalmente a prematuros y neonatos con bajo peso, según explica el cardiólogo pediátrico del Hospital San Juan de Dios de Tenerife, Pablo Domínguez.

Coincidiendo con la celebración, mañana, del Día Internacional de las Cardiopatías Congénitas, Pablo Domínguez destaca que esta patología se centra en malformaciones de la estructura del corazón, en los grandes vasos o en ambas partes, y que están presentes en el momento del nacimiento. Asimismo, señala que la incidencia es mayor en el caso de varones, prematuros y neonatos con bajo peso, aunque los avances en los métodos diagnósticos, los tratamientos y los cuidados postoperatorios a nivel general han reducido significativamente la mortalidad.
Aunque no se conoce la causa exacta de las cardiopatías congénitas, el cardiólogo pediátrico del Hospital San Juan de Dios de Tenerife señala que se generan entre la tercera y la décima semana del desarrollo fetal, existiendo cierta predisposición genética sobre la cual actuarían factores ambientales, tales como infecciones, sustancias tóxicas, ciertos medicamentos, alcohol, drogas, radiaciones y enfermedades de la madre.

En este sentido, aclara que “en la gran mayoría de los casos, cuando nace un niño con cardiopatía, sus padres y hermanos no suelen tener anomalías cardiacas. Si una pareja tiene un hijo con cardiopatía congénita, el riesgo de que otro hijo la tenga es inferior al 5%. Si uno de los padres tiene cardiopatía congénita, el riesgo de tener un hijo con cardiopatía es inferior al 10%”. Asimismo, añade que en algunos niños la cardiopatía se asocia a una anomalía cromosómica, que en el 50% de los casos es un síndrome de Down.

La cardiopatía congénita más frecuente es la comunicación interventricular, en la cual existe un orificio en el tabique que separa el ventrículo izquierdo del derecho, por lo que la sangre fluye anormalmente de un ventrículo al otro. La comunicación interauricular, en la que el orificio se encuentra en el tabique que separa las aurículas, es la segunda en frecuencia y viene marcada porque la sangre fluye anormalmente de una aurícula a la otra.

Diagnóstico y tratamiento
El ecocardiograma es el método diagnóstico principal para las cardiopatías congénitas, una técnica incruenta, que no emite radiaciones, fácilmente accesible y que permite el diagnóstico exacto de la cardiopatía en la gran mayoría de los casos.

En los últimos años, explica el cardiólogo pediátrico del Hospital San Juan de Dios de Tenerife, se está utilizando también la resonancia magnética, aunque es una técnica más costosa, que requiere más tiempo  y que solo se utiliza en los pocos casos en los que la ecocardiografía no es suficiente. La tomografía computarizada es otra de las técnicas utilizadas, aunque se evita para no someter al niño a radiaciones.

De cara al futuro, matiza, se trabaja en detectar los genes causantes de las cardiopatías congénitas, mediante el desarrollo de tests diagnósticos que permitan identificar a las familias de riesgo, y desarrollar la terapia génica adecuada.

El tratamiento de las cardiopatías congénitas varía en función del tipo y del alcance. En el caso de las más severas, señala Domínguez, se requiere un procedimiento invasivo, mediante catéteres o con cirugía. Las intervenciones suelen ir encaminadas a corregir el defecto, aunque a veces no es posible y se realizan correcciones parciales o intervenciones paliativas, las cuales mejoran los flujos de la sangre.

Pese a que las malformaciones cardiacas son la causa principal de muerte por anomalías congénitas en los lactantes, representando alrededor del 30% de las muertes por anomalías congénitas y el 10% por cualquier causa, la mortalidad por cardiopatía congénita se ha reducido significativamente en las últimas décadas, debido al avance en los métodos diagnósticos, los tratamientos y los cuidados postoperatorios.

De esta forma, afirma Pablo Domínguez, la mayoría de los niños con cardiopatía congénita sobreviven a la intervención y muchos llegarán a la edad adulta. Sin embargo, hay anomalías muy severas, como son el corazón izquierdo hipoplásico o el corazón univentricular, que todavía tienen una mortalidad elevada.

En el caso de las cardiopatías de menor entidad, entre las que se encuentran las comunicaciones interauriculares e interventriculares, así como con el conducto arterioso permeable y la estrechez de las válvulas o de la aorta, las intervenciones representan un alto nivel de efectividad y permiten corregir el defecto sin que esto ocasione limitación física alguna.

Cuando la cardiopatía es más severa, las intervenciones pueden corregir el defecto solo parcialmente, por lo que el niño quedará con una limitación física, que a veces es importante.

Recuperación
Respecto a la recuperación, los niños con cardiopatías congénitas, principalmente los que no tienen limitación física, pueden seguir una vida totalmente normal, recomendándose una vida sana, en cuanto a alimentación y actividad física.

En el caso de menores con signos de insuficiencia cardiaca, la vida es más limitada físicamente y con recomendaciones dietéticas, restringiendo la sal y las grasas.

Dado que la causa de las cardiopatías congénitas es desconocida, no es posible prevenirlas, explica el cardiólogo pediátrico del Hospital San Juan de Dios de Tenerife. Sin embargo, añade, se recomienda el control de la diabetes por parte de la madre en el caso de que la parezca, así como la administración de la vacuna de la rubeola y evitar la exposición a cualquier tóxico durante el embarazo. La toma de ácido fólico por parte de las madres gestantes y antioxidantes como la vitamina E son algunas de las recomendaciones.