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Arona 12 de Diciembre de 2015
La Vida de Carlos en un disco duro
Hola querido lector. Espero que estés bien. Llevo cinco años guardando un gran secreto y llevaba sufriendo en mi soledad con Carlos Magdalena, dueño y señor del Restaurante El Cine de Los Cristianos en el sur de Tenerife, un gran amigo, único ejemplar perro presa. Conozco a Carlos hace más de 17 años que se dice muy fácil y hace cinco años, visito su restaurante para investigar toda su trayectoria, su vida personal y social, compartiendo lágrimas, risas, fiestas, dolores, amores y desamores, pero han pasado cinco años y durante estos cinco años iba guardando todo en un disco duro, porque tenía la ilusión, el sueño o el proyecto de querer regalarle el mejor regalo que tendrá en su vida y justamente porque he regalado toda su vida en dicho disco duro.
El día seis de diciembre del año dos mil quince, siendo domingo, aparezco por su restaurante donde él cada mañana prepara los mojos verdes y rojos para más de cuatrocientas personas aproximadamente que a diario visitan su terraza.

Cuando llego al restaurante llevaba envuelto en papel de periódico el disco duro
con toda su vida o casi toda su vida, desde que era un niño y fue creciendo, con
cuatrocientas setenta y tres mil quinientas veinte y dos imágenes, casi medio millón de fotos. Con vídeos y escritos, con el noventa y nueve por ciento de su vida dentro de un invento llamado disco duro.
Les pregunto, ¿Cada persona tiene lo que se merece? Pienso a veces que si y otras veces que no, porque obviamente millones de personas del planeta especialmente los niños, no merecen nacer en la parte del planeta donde viven guerras o infinitas penurias.
Carlos es un hombre que nace en Erquito, un pueblo de la Isla Gomera y cada año en Septiembre, suele reunir aproximadamente quinientas personas, para celebras unas fiestas patronales.
Quiero compartir en estas navidades del año dos mil quince, esta sorpresa que Carlos hizo para este humilde y golfo escribiente, porque nos acercamos a Santa Cruz para solucionar papeles burocráticos y seguidamente nos acercamos a Candelaria a la Taberna Girón, un restaurante donde la comida es exquisita, el servicio insuperable como su Restaurante El Cine, aunque tiene otro tipo de gastronomía.
Carlos quiso invitarme y enseñarme a comportar de forma diferente, comer diferente y tal vez celebrar esa fiesta de presa y digo presa no de empresa, por la actitud de Carlos, como los perros presas, nobles, pero cuando agarran un mosqueo, mejor quitarse delante porque muerden de verdad.
Compartimos comida, charlas y además confieso que no deja de trabajar con su teléfono móvil controlando su vida personal y social. Cuando hablaba con sus hijas, ponía la cara más tonta del padre baboso, pero sin perder las formas y los deseos de agradar a todas las personas del entorno.
Cuando terminamos de comer, obligó que fuera a darle un beso a la mujer de Santi, propietario de la Taberna, porque es una profesional, igual que el camarero.
En fin, que quiero y deseo agradecer con esta carta a Carlos, esta invitación porque sentí relax, felicidad, amor y paz. Un abrazo a todos y espero que esta carta sirva como reflexión para las verdaderas amistades de corazón.
Juan Santana