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Arona 1 de Diciembre de 2015
Velas Encendidas
La vela encendida siempre ha sido es y será un símbolo de fe, un pedir o un agradecer cualquier promesa o deseo. Un vela encendida regala la luz en las noches oscuras, donde la electricidad todavía está muy lejos o simplemente queremos tener luz ancestral del gran descubrimiento en la época cavernaria, “El fuego”.
Es costumbre encender velas en millones de hogares del planeta, para pedir cualquier infinito deseo. En la gran mayoría de iglesias y catedrales del mundo entero podías encender una vela, pero ahora han cambiado el rollo y han inventado un aparato que metes cincuenta céntimos y verás como enciende una bombilla muy pequeña, simbolizando una vela.

Sinceramente no es tan lindo ni tan emotivo como la vela y el fuego natural, pero los negocios son los negocios al igual que observo dentro de la iglesia carteles con cuentas de bancos para que ingresen dinero aquellas personas voluntarias, amigas del amor. También sorprende cuando entro en la Iglesia y observo los billetes de lotería a 22 € porque algo tienen que ganar, pero los negocios son negocios y las mismas iglesias fomentan la ludopatía al igual que la publicidad este año de la lotería, con los dibujos animados, donde vemos al señor con bigote currante nocturno, con esa música melosa acompañando la historia y al final todo queda resumido en la captación paras compradores de billetes al lotero o en cualquier administración.

Billetes de lotería el día 22 de diciembre o la lotería del niño, pero todo esto poco a poco está creando enganchados al juego y las ilusiones de verse con montón de millones de euros, que siempre vienen bien. Sabemos que es un negocio más del gobierno, al igual que la iglesia mueve hilos para ir juntando papeles con ceros y sin embargo absolutamente todo, me parece muy bien.

Peor todavía podemos encontrarnos en lugares como Inglaterra o en Holanda, donde muchas iglesias tienen un cajero en la misma entrada, para los visitantes obligados a pagar una especie de entrada como en los museos, algo absurdo e ilógico.

Jamás pagaré para entrar y ver una catedral o una iglesia, porque entonces las creencias religiosas se van todas a la mierda. ¿Cómo se les ocurre cobrar para entrar en una casa de Dios? Imagino a un pobre desgraciado deseando entrar en una Iglesia y que encuentre a un cobrador en la misma puerta en la entrada.

La Iglesia es un negocio más entre los millones y confieso que algo bueno tienen, pero eso deben averiguarlo aquellos amargados de turno como somos todos de vez en cuando, cuando hablamos sin medida. Estoy totalmente convencido que existen sacerdotes, excelentes personas.

En fin, con esto y un bizcocho, hasta mañana a las ocho. Como siempre digo, “Las cartas son para reflexionar”. Un abrazo.

Juan Santana