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Arona 29 de Enero de 2015
Sin Fundamento
Hola amigo lector virtual, ¿Cómo estás?
Con todos mis deseos sinceros, pido que
estés bien. Hoy quiero escribir sobre una
persona que marchó, nadie sabe dónde ni cuándo será el día que nos tocará. Algunas personas han dedicado un poco de su tiempo escribiendo a Jorge Vargas, muchas han dedicado su tiempo hablar en cualquier lugar, especialmente en Tenerife y confieso en este momento sentirme obligado también a escribir algunas palabras sobre Jorge Vargas, pero buscando respuesta a una pregunta que ronda en mi cabeza, ¿Vale la pena luchar por  una sociedad donde la corrupción ha pasado a ser algo normal?
Cuando Jorge Vargas dirigió durante muchos años, un programa llamado “Higo Pico”
sonando la canción de mi cosecha de fondo, obviamente sentí orgullo por sentir que
valió la pena estar casi toda una perra vida arrastrando una guitarra componiendo canciones intentando que calaran en el pueblo y las tatarearan muchas personas. Llevaba años sin ver el Canal 4 a pesar de tener una televisión último modelo, pero desgraciadamente soy un cómodo chapuza sin paciencia para buscar los canales y no gozo de muchos programas de todo tipo. No escondo pensar que la forma de conducir el programa Jorge Vargas llegó agobiarme después de tantas quejas, porque era demasiado bombardeo de noticias tóxicas al político o empresarios que les tocara darles caña.

Jorge Vargas tenía una forma de ser peculiar y tenía carisma, sumado a su tono de voz ronca disparando palabras a ráfaga cargadas de mensajes con información chunga de los trapiches y corrupciones de personas importantes en nuestra sociedad. La noticia de su fallecimiento llegó una noche que llamo a Julio Ramos, presentador de Onda Nueva y técnico profesional para pedirle el teléfono de un amigo y cuando Julio Ramos me comunicó que Jorge Vargas había terminado el contrato con esta vida, sentí que muchas personas machacadas en algunos de sus programas se habrán alegrado en silencio de su fallecimiento, porque  compartirán conmigo que ser denunciados públicamente con nombres y apellidos el sentimiento de rabia brilla nos por su presencia.

Jorge Vargas no era un santo perfecto, que tan toletes no somos, pero tenía su estilo propio como cualquier artista a la hora de dirigir un programa de televisión sin pelos en la lengua. Sin embargo sigo pensando en la pregunta, ¿Vale la pena luchar a lo bestia por el bien de una sociedad? Seguramente si valdrá la pena, pero…..si profundizamos la noticia de su muerte, descubrimos que la despedida de Jorge Vargas fue bastante rápida y pienso que tenían que haber dedicado algunas primeras páginas como homenaje en algunos periódicos importantes de toda la vida en Canarias.

Todos estamos en el mundo con una misión, ¿Cuál? Vivir. Gracias por regalarme vuestro tiempo y si después de la vida seguimos observando las cosas que pasan donde físicamente pisamos el suelo y los teclados y el amigo Jorge Vargas además está leyendo le digo, “¡Un fuerte abrazo Jorge y descansa en paz!” y otro abrazo a todos. ¡Hasta más leer!

Juan Santana