Publicidad
Si desea que esta noticia aparezca publicada en facebook, escriba en la casilla "publicar" y haga click en "Publicar en facebook". Estará disponible en la red social a partir de un deteminado tiempo.
Para comentar esta noticia acceda a nuestra página en facebook
Queda terminantemente prohibida la reproducción total o parcial de los contenidos ofrecidos a través de esta página web, salvo autorización expresa de eldigitalsur.com. Asimismo, queda prohibida toda  reproducción a los efectos del artículo 32,1 párrafo segundo, Ley 23/2006 de la Propiedad Intelectual.
eldigitalsur.com no se hace responsables por la opinión emitida por los colaboradores.

Guía de Isora 29 de Junio 2015
Anillo Insular
Quizás no es la primera vez que escribo sobre
este asunto, pero como ahora dan a esta obra
una demora de diez años y otro trazado, regreso
para dar mi opinión que debe comenzar y empieza
con que estoy totalmente en contra (una radicalidad
de no sé que extremo) de este pelotazo que ya ha
destrozado una importante superficie de la Isla de Tenerife
y ha costado mucho dinero de todos, aunque no nos demos cuenta, para llegar a ninguna parte.

Es decir y repito: estoy en contra del anillo insular, aún a sabiendas que es posicionarse en la soledad o casi. Aunque también intuyo que no estoy solo y más ahora en que se anuncia un retraso, otro trazado y que lo ya abierto (por ejemplo el tramo de bajada desde el Valle que tiene un carril y que es una chapuza) es una repetición de otras carreteras inútiles que hacen de este territorio el que más vías tiene sin necesidad ninguna.
De modo que este proyecto lleva gastado muchos millones de euros y no se ha terminado el cierre y, por lo que dicen, va a encargarse un nuevo juguetito con ligeros retoques para entretener a los automovilistas, casi todos hijos o nietos de aquellos que sufrimos la implacable tenacidad del mareo, embutidos en coches piratas (…), en microbuses o en la guagua que debía recorrer el trayecto Guía-Icod o viceversa en ¡dos horas! Y, si se pasaba de revoluciones, aguantaba quieta en Santiago hasta que ese lapsus cubriera lo establecido: ciento veinte minutos de fatigas, mientras los letreros que adornaban aquellos vehículos decían “Prohibido escupir en el suelo y molestar al conductor”; hoy, los mal llamados gente, siguen escupiendo en el suelo recién lavado. Y es que la geografía es así: hay que domarla pero no romperla. La Isla hay que recorrerla despacio para que la veamos bien y esto lo saben más los turistas que los nativos, porque nosotros no hemos aprendido de la triste experiencia de ver durante años y años cómo se levantan puentes y se quitan, se quita la tierra y se asfalta, se diseñan y construyen infinidad de rotondas – otro pelotazo -, se hace cola en Los Cristianos o en la Zona Comercial de La Laguna o que la Curva de El Sauzal no se corrige. O que la señalización se cambia a capricho aunque sea muy enrevesada: véase la salida de Playa de Las Américas en que ha primado más un empresario que el resto de los viandantes. Aún no me explico  cómo los turistas que alquilan un coche pueden regresar a su hotel, ni que la titánica carretera de Chío a Tamaimo haya sobrevivido, como sus usuarios. O que el responsable de las obras que se rectificaron después de un gasto inútil, sigan sueltos como si nada…¡y con permiso de conducir! Podemos – sorry - y debemos recordar la obra (…) de La Atalaya de Adeje, la cual, después de varios años de movimiento de tierras ha quedado como puede comprobarse peor que antes y, para mayor INRI como diría un tertuliano, acaba donde comienza la zona pobre y que aguanta lo que solo resiste un burro de galería, dado que el presunto final de la pista está llena de rayas amarillas, de pitorros….y se va estrechando hasta límites surrealistas, o sea que demuestra otra vez que los habitantes del oeste siguen pagando más por vivir que el mimoso resto de los isleños y nunca lo hemos reivindicado, por lo que ahora que tenemos políticos en instituciones importantes, esperamos que se nos tenga en cuenta…¿El hospital?, pregunta un jubilado, pues sí, el hospital que es la mayor tomadura de pelo de los últimos tiempos, inclusive más que el tema que nos ocupa o ¡la residencia de ancianos, más que sea…!, clama un paisano que no se lleva bien con su nuera.

Y ya está aquí el verano, una estación donde la gente se pasa más de dos meses relajándose, cargando las pilas para regresar – como el Anillo – al mismo sitio, y como de un pacto tácito se tratara o tratase (nada que ver con los que se están negociando), cierran los colegios y la administración, los periódicos adelgazan aún más, la tele se regodea en su obscenidad, nadie está en su sitio y el retén muestra mala cara, las fiestas proliferan, la gente se queja de calor después del frío repitiendo que éste es más llevadero porque uno se tapa y ya está, los conciertos de foráneos maniáticos se repiten en los pueblos con poder y en la costa no hay dónde aparcar…circunstancia que no se tuvo en cuenta para las nuevas carreteras, pero que sí son buenos meses para constatar lo antedicho: la isla hay que verla con tranquilidad y que hubiera bastado buen gusto y sentido común para no estar hablando de lo que nos congrega. Quitar curvas y hacer miradores para mirar lo que no nos merecemos, valga la redundancia y la presunta contradicción.

Resumen: estoy totalmente (iba a decir radicalmente) en contra del mal llamado Anillo Insular. Si usted piensa lo contrario me lo dice y, tal vez, me convenza. Y dése prisa, porfa, ya que estoy llegando a la Residencia (hoy hospital universitario) de La Candelaria y es una odisea encontrar aparcamiento. Y que al salir de la visita, encontrar el coche en tiempo y forma. Más o menos como en nuestro querido Mojón, solar de nuestros antepasados y futuro refugio de pensionistas acribillados a impuestos y de dolores llenos. Creo.

Cheche Dorta