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Guía de Isora 2 de Marzo 2015
Nietitos
Pues ya uno es abuelo y veo a los nietos de vez en cuando,
tan rubios (…) y manejando sus patinetes y sus maquinitas
como si fueran alumnos de su señoría Villalobos, presidiendo
el Congreso de los di- putados y jugando con su tableta, por
lo que lo antedicho es poca cosa y se les puede disculpar todo,
a los hijos de los hijos de uno; no así a la susodicha que no cumple con su deber: es medio basturriona, me parece, y cobra muchísimo más que los 426 euros de una gran mayoría silenciosa.

Brutal y que nos retrata. Y está bien que se prolongue la especie, aunque a veces piensa uno – egoístamente – que tener hijos puede ser un error, pero hay que tenerlos y convertirlos en personas buenas, con criterio y capaces de defenderse ante lo que el mundo cruel les ofrece.
Dicho lo anterior, copio de nuevo una de mis lecturas  lejanas de un colorín, hoy comix, irreverente y que dice de tal guisa: “…nosotros hablamos de viejas batallitas perdidas…y ellos hablan de nuevas batallas que todavía no saben que van a perder…”, y es que me ha dado últimamente por plagiar lo que la memoria recobra sin pedir permiso, pero que estoy de acuerdo. Punto. Y no sé si usted, varón o hembrita, coincide conmigo. Dan la lata, los nietos, pero hay que enderezarlos y en eso estamos… ¿vale?, sí. Pues de acuerdo. Y, seguramente, también en el axioma que pienso y digo que en este territorio se hacen exámenes para todo, menos para ser padre o madre. Hasta comprobar que el 99% de los aborígenes aprueben el carné de conducir un vehículo automóvil y que, dicho lo cual, uno de mis yernos – mucho más joven y preparado que yo – me reconviene con sabia decisión diciendo que “interesa vender coches”. Y tiene razón, porque sólo basta ver que hay más coches que gente. El mejor aparcamiento, privado, me lo recuerda, es el del Hospital, ojo, que cuesta mucho hasta llegar a él y no tiene ¡ni un solo puesto de trabajo! Es lo que hay, recalca,  y tengo que callarme, porque la razón no requiere fuerza. O sea: que cuando usted vaya al hospital (Universitario, ji,ji) a visitar a un ser querido o por cumplimiento, sepa que le está robando uno de los constructores – casi todos analfabetos pero listos – y que nadie le atiende; de manera que si no tiene GPS o memoria suficiente, le costará, después del trance, localizar el vehículo que dejó aparcado con su tiquet y todo. Y si tiene que llegar al Oeste de la isla no le digo nada. Sume el combustible, los neumáticos, el aceite, los doscientos y pico kilómetros (…), la parada para un mentapoleo y la cabeza llena de viento que piensa que habrá que regresar al mismo itinerario que se prolonga ya unos cuántos siglos. O sea: nos ha costado más vivir y esa circunstancia no ha sido reconocida por ningún gobierno o similar. Creo. Bueeeeno, el consejero de carreteras del Cabildo dice que el mes equis, todo o casi, estará arreglado, menos el Túnel de Erjos, porque esa parte de la Isla es otra historia. Y es verdad.

Mientras, los nietitos, sentados en sus sillitas y que no conocen la enfermedad tenaz del mareo, degluten gusanitos, papas fritas y otros disparates en el asiento de atrás, con sus cinturones y tal. Y no se enteran, por lo que debemos regresar a la frase entrecomillada que citamos en unos párrafos anteriores, aquella que habla y deberá seguir diciendo lo de las batallas de sus abuelos, que uno de ellos es el que suscribe. Y su abuelo, de copiloto, observa el paisaje de diseño de estos sures, repleto de torres de ENDESA, si, (esa empresa ladrona), carteles a punta pala, pueblos horrorosos con sus restaurantes y todo, viento, mala mar, el espigón del puerto de Granadilla que dará muchos miles de puestos de trabajo, la excelencia turística do fallecen de frío unos semejantes, la cartelería vertical que dejó fuera a pueblos antiguos a favor de un parque temático sin  tema, rotondas absurdas que intuyo que es el enésimo pelotazo corrupto, hamburgueserías americanas que le roban con una suavidad que ni se nota, baches que se repararán ahora, precisamente, que regresan las elecciones y, detrás de todo lo citado, los inversores ufanos, proclamando no sé cuántos millones de turistas – canela fina- que aún vienen a esta tierra que podría ser maravillosa y no lo es.

Y detrás, los nietitos, jugando tenazmente con sus máquinas que han hecho que ignoren las más elementales reglas del cálculo y nada les digo de la raíz cuadrada, el álgebra, los logaritmos y otros tormentos del pasado. Pero sí que saben enviar de todo, hasta fotos y videos a sus coleguillas. Y uno, que casualmente es el abuelo y el más viejo del clan, nota que lo importante es preservar la especie.

Más clavos pa mi cuerpo. Más o menos. Y me siento un privilegiado. Lo que me molesta de verdad – y con voluntad es – es constatar que el golfillo de la FAES (Falange Española) se llame Nicolás.

Palabra de honor.

Cheche Dorta